domingo, 14 de septiembre de 2014

Isla

Y en aquella isla,
azul y naranja,
lavé mi alma,
ensucié mi corazón,
en aquella isla,
aquella lejana.

Quise esconderme allí,
por un instante,
sólo un momento,
ver cómo las aves
acariciaban el cielo.

Victoria.

Un anhelo descarado ruge en mi vientre,
Un dolor exagerado me extasia y retuerce,
Un deseo violento, desolador
Me llena de sed, me agrede.
Aquellos que dijeron que había un lugar para la melancolía, mintieron, está en mi corazón, la más triste y pura melancolía que tibia me enfría.
¿Cómo añorar lo que no se ha tenido? ¿ Lo no tocado?

Aunque he ganado, tanto he perdido.
Mi alma por el camino dejé heca añicos
en tantos años de querer venganza,
cuando ésta se ha cumplido...
nada,
¡Nada! Nadie soy,
me ahogo en la monotonía.

¿Merece la pena la lucha?
Yo he luchado y he ganado,
vencí,
 ¡sí vencí!
Y tanto he perdido que no me hallo,
ni sé lo que soy ni a dónde quiero ir.
¿Dónde voy a ir?
¡Qué no sea el máximo dolor,
el máximo esfuerzo!

Si para algo sirve la victoria, aún no lo sé.
Victoria ¿Para qué sirves?

¿Quizás ése anhelo sea volver a luchar?
Sea sed de sangre y de tus entrañas,
Sea morir en el combate de la vida,
Desangrando me día a día.
Porque quien nunca fue feliz,
Encontró la felicidad como a una extraña,
Me siento en mi quimera viendo las ruinas ,
y no sé que siento.
¡Tanta furia en tan poco tiempo!

Felicidad, cuán triste me haces.