sábado, 27 de septiembre de 2008

De Gritos.

Silencio, amado silencio,
Nadie te ve,
Nadie te habla,
Y sin pensar todo te ama.
A veces quiero ser silencio,
Caminar sin que nadie te vea,
Sentir el viento recorrer mi cuerpo,
Dejarme seducir por la piedras del camino,
Acariciar el aterciopelado frio,
Fundirme en la pasión del suelo.
Ser silencio,
Caminar sin que nadie me vea,
Amar cada palabra,
Llorar cada lágrima,
Sin que nadie me vea.
Correr, reir, gritar,
¡Gritar!
Silencio,
Caminar sin que nadie me vea,
Besar a todo aquel que ame,
Ignorar a la luna,
Borrar toda pasión,
Quemar los sentimientos.
Silencio,
Caminar sin que nadie me vea,
Fundirme en la fría brisa,
Convertirme en la ola,
En la marea,
Morir como una piedra,
Respirar la nada.
Silencio,
Caminar sin que nadie me vea.
Grito en silencio,
Lloro en silencio,
¿por qué no puedo ser.....
simplemente silencio?

De Gritos.

En mi corazón,
si en mi corazón,
Yace algo que llora,
algo que no tiene nombre,
Duerme en mi sueño,
y canta en mi alma.
Hay tantas formas de llamarlo,
Palabras, gestos....
Pero cuando,
En mi boca vuela,
Mi lengua no puede pronunciarlo.
Tantas emociones, tanto por decir,
Que ni el silencio
puede describir;
Cuan complejo es este sentimiento,
Que ciega mis ojos y mi razón arranca.
El ser es tan complicado,
Siempre que siento,
De mil formas
prefiere no ser.
Arde dentro venas,
Y sin poder gritarlo
Vivo esclava de mi pensamiento.
Y sin pensar en nada,
Vago sin rumbo,
Y hacia ninguna parte camino.......

Nueva vida.

I.
Eres tú, tu mi primera,
Primer sonido de corazón,
Sonido que nace en mi vientre,
Y como canción, como sinfonía
Impregna el todo.
Primeros brazos agitándose,
Primeras piernas,
Que aun no son ni brazos ni piernas,
Tan solo esbozos de lo que seran.
El eco de una lágrima,
Y el augurio de una sonrisa
Duermen ansiando;
Ansiando oler,
Ansiando tocar, mirar.
Siendo alma, siendo vida
Pequeña,
Y ya se ama.
Pedazo de cielo,
Estrella escondida.

martes, 23 de septiembre de 2008

agonías 4

Cierro los ojos y veo el final,
saboreo el instante
paladeo su saciedad
y siento misericordia por él.

Mis extremidades adormecidas
y mi mente atormentada,
nada y todo.

Paz de locura atravesada;
cansancio de vivir
y espero la muerte.

No importa,
no tienes la culpa,
no te quiero,
vida desatenta.

No te amo,
y siempre que he amado
me han arrancado el corazón
y se lo han comido
masticándolo insaciablemente.

A que sabe la muerte.

Nos miras, postrado en tu trono,
señalas con tu dedo y ...
y...
qué agonía estalla en mis oídos,
qué espasmo arrastra a mis sentidos,
que dolor ensordece que duele.
qué locura que duerme,
qué silencio que grita...

viernes, 19 de septiembre de 2008

Agonías 2

Candor de universo, respira
esto que siento;
rubor clandestino, sexo,
labios entreverados de odio
rozan mis misterios.
Caricias envueltas en lágrimas
desprendo.
Libertad, ¡dónde estás!
Esta agonía de aquí dentro
me esta matando
llorar de locura, no quiero.
Sueño y cuando sueño,
sufro,
caen como cristales rotos,
y no puedo aferrarme a ellos,
sentada en este abismo, desciendo.
y no puedo agarrar con mis manos
esta felicidad ansiada
y caigo.
sin poder gritar,
gritar, silencio.

martes, 26 de agosto de 2008

Canteros III.

Cara de luna resplandeciente,
ojos de negra noche
y estrellas brillando aparecen.

Silencio, clama respira su tez que ama,
austeridad de triste invierno clama.

Pesadilla de no verte y escucharte
me recuerdan.

Altiva alzas la cabeza
tu verdad cantas y un hado
de misericordia depsiertas.

De ternura escondida respira tu piel.
Y pasión entreverdada de convención
danza sin querer.

altiva alzas la cabeta
cantas tu verdad y un hado de
misericordia recuerdas.

Porque conozco tu espíritu cándido,
tu amargura escóndida
y esa felicidad perfecta que sólo
se encuentra en el Señor.

Llora cuando quieras,
grita cuanto puedas,
rie sin más,
que no pasa nada
que yo te acompaño cuando te de la gana.

lunes, 25 de agosto de 2008

Pobre de mi.

Pobre de mí, te has ido flor de tiernas alas que te extendías en mi vientre; te has ido y ya estaba pensando cuál sería tu nombre y cómo sería tu tez. Pobre de mi que te han arrancado tan tempranamente sin poder sentirte dentro. Pobre, pobre de mi que ya no te amantaré ni te acariciaré y ya te amaba.
Cuerpo que eres ya inútil para que te quiero, inútil naturaleza que me regala la vida y en un momento me es arrebatada clavandome esta espada que se ahoga en mi garganta y no me deja respirar de impotencia. Aún tengo tu cuerpecito sin vida en mis adentros, rezo en vano porque tu podrás estar ya en el cielo, qué hago yo sin ti, ¡qué hago yo sin tí! Habría dado mi vida. Quién llenará este vació que siento por dentro, quién calmará estas ácidas lágrimas que resbalan despaboridas hasta el abismo que se abre en este angosto camino, que será desde hoy la vida sin ti. Clamo misericordia espero que esto sea un sueño quiero pegarme contra las paredes arrancarme las visceras despellejarme porque esta agonía de muerte que siento no me deja vivir. Ya te imaginaba sosteniendo mi dedo con tu mano diminuta, y ahora nunca te podré ver.
Por qué no me han dejado sentir tu aliento, quiero escuchar tu llanto mi flor desojada tan temprano sin consuelo de su madre.
¿Quien te cuidará? Quién velará este cuerpecito qué aunque estos médicos digan que no eras nada yo ya quería ser tu madre.
Mañana te arrancarán de mí ser con sus palancas y será verdad. Y esta verdad me aplasta contra el suelo con el peso del mundo quemandome con cada letra con cada fonema resonando en mi cabeza, escudriñando mi corazón agónico, siento su silencio reptando y no se apiada, es verdad, grita. Pobre de mi sin ti

viernes, 15 de agosto de 2008

miércoles, 13 de agosto de 2008

ARRASTRANDOME.

Arrastrándome por rastrojos y espinas incandescentes que rajan las palmas mis manos y salen de entre mis dedos; mientras, me sangran las piernas. Atravieso ríos, de locura, ríos de sangre y saliva, ríos de vanaglorias e ilusiones rotas, ríos de podredumbre humana, de rencor, odio. Alimañas salen despedidas de ellos, rasgan mis vestiduras, me arrancan la piel a dentelladas, descarnan mi humanidad. Intento llegar a la cima, y bajo mí encuentro el abismo de desolación que la pasión ha creado. Las cuencas de mis ojos están vacías, los cuervos me los arrancaron hace días. Por la frente me chorrea la misma sangre, espesa, negra, visceral; mis entrañas esparcidas por el mundo se hacen paso entre el barro, y lloro. Pero consigo atisbar, allá a lo lejos, cubierto por viscosa oscuridad, su morada, aun no se que voy a hacer cuando la alcance. Estoy desnuda y no me importa, ya no es cuerpo sino olvido, sino dolor, el sufrimiento late tan fuerte que las bestias se atemorizan por su rumor. Quiero gritar. Grito, ¡grito! Lo más fuerte que puedo, noto como se desgarra mi garganta y el sonido, ensordecedor, sale haciendo el amor con mi furia. Veo cómo tiembla el cielo, como se desploma ante mí, las llamas ya se están acercando, y cuanto más grito más quiero seguir gritando, porque me has matado, porque me has arrancado la vida con tanta voracidad que aún siento su candor. ¿Es qué no me escuchas? ¡Escúchame! ¡Qué me has arrancado la vida! ¿No lo entiendes?
Llevo caminando años, cientos de años, miles de años; muchos de ellos sin píes y mis muñones se extienden fuera de mi como falanges infernales, dolorosas insoportables. El pasmo de las extremidades quebradizas suena al compás de la destrucción que dejo a mi paso. Y se está haciendo de noche, la odio, la amo, es cuando aparecen ellos, esmeraldas ansiosas, que se alimentan de mí, y mientras me devoran parezco saciada. Esos ojos verdes, ese destello de lujuria que me arrastra, me destruye, me hace sentir tanto placer, tanto deseo que convulsiono, se hinchan mis pechos, mis labios sienten su presencia, la saborean, la buscan, mi lengua se pasea inquieta, pero no debo dejar que me domine. Deseo huir, corro sin mirar atrás, quiero avanzar más rápido que el sol, volar, pero la realidad me limita, siempre lo hace. Siempre me posee en la trémula y oscura noche. Después no recuerdo su cara, sólo sus ojos verdes, verdes como el miedo. Después siento la suciedad de su lengua viperina, siento asco.
En un tiempo atrás tuve una familia, un hijo, un marido, una madre, un padre, pero me comieron, me devoraron o los devoré yo. No lo sé porque la incertidumbre me ciega. El no saber el como ni el donde ni el cuando ni el porque de esta desesperación. Desesperación cantada con música de miserere, entonada con son de muerte. Pero sí, debo morir, pero tú vendrás conmigo, aún no se como ni donde pero te alcanzaré. Porque siempre me has abandonado y poseído cuando has querido, y no sólo a mí sino a muchas más como yo, las has destrozado, demonio, primero con tus palabras, luego con tu misterio y al final con tu verga, pero has encontrado la horma de tu zapato, porque me amas, sé que me amas, quizás más que yo a ti.
Estoy admirando tu morada, ese maravilloso castillo de piedra negra erguido sobre el volcán prohibido, donde está la entrada, ya me queda poco para alcanzarla, he tenido que matar a demasiada gente para conocer su camino. Llevo dos espadas colgadas del hombro, espero que reconozcas sus inscripciones, y la sangre que llevan incrustada. Seguro que estás sentado en tu trono de maldad, pensando que ahí nadie te puede hacer daño. Cuan equivocado estás. Espero encontrar a tus guardas. Pintaré las jambas de todas tus puertas con su sangre y la sangre de la que ahora está en tu lecho, porque siempre hay alguna. No descansaré hasta saciarme, tú me has convertido en esto y tú vas a pagar por ello, serré mis alas por ti, apagué mi luz por ti. Pero sé que me amas, más que yo a ti, se que no podrás hacerme daño, lo sé.
Recuerdo aquella noche, aquella única noche, cuando todo empezó.
Tus manos, cual sinfonía, acariciaban todo mi aterciopelado cuerpo, sin dejar un resquicio, un hueco. Fuera llovía enfurecidamente, el cielo rugía y te maldecía. Tus labios ardientes, ansiosos rozaban los míos, los mordían con la voracidad del hambre; absorbías mi aliento secándome, pero mi fuente nunca se acababa. Llorabas, llorando me amas. Porque me amas, lo sé por tus ojos, lo sé porque estas unido a mí con un lazo más fuerte, más depravado que Dios no puede romper. Qué sabor tiene el placer prohibido, lo paladeabas, mientras, me deshacía por dentro, sufría, enmudecía, sabía cual era mi destino y es mi destino, y me agarré con brazos y piernas a él, me aferré a tu cuerpo con tanto ahínco que gritaste agónicamente, y el placer me ahogaba, placer que entristece, placer que me hace más fuerte que tú, en el fondo sabes que estás a mis pies, lo descubrí hace poco, pero tú ya lo sabías. No te miré a los ojos, me lo pediste, pero no accedí. Mi luz se apaga cada vez que intento besarte. Yací muriendo en aquel impresionante dormitorio, en aquella cama dosel con sábanas rojas, y mi sangre blanca resbalaba hasta el suelo, hasta que no quedó ni una gota, ni un ápice de humanidad dentro de mis venas, acariciabas mi vida entre tus dedos regocijándote en tu nueva conquista, en tu nueva señora del mal, en la más poderosa, pero se te escapó.
El cómo se escapa a mi percepción, lo desconozco. Dormía, creo, tenía un sueño de lujuria, uno de esos que llevaba teniendo hace tiempo, mucho tiempo, donde me poseían, donde me obligabas a esclavizar a las personas desconocidas para saciar mi sexo. Sueños donde me enseñaste todas las artes- ahora te arrepientes-. Pero siempre sueños sin sentido para mi vida diaria, nunca llegué a imaginar que alguien podría hacer eso.
Recuerdo que era feliz, pero no lo sabia, sentía un vacío que no llenaba ningún amor, un hueco, un agujero infinito.
Creí que conocía el sufrimiento, creí que sabía cómo era el fuego, cómo podían doler las entrañas cuando te arrancan el corazón por la boca, lo creí ingenua. Porque las palabras se agolpan en mi pecho y no puedo hablarlas, no puedo decirlas, por miedo, quizás, por desesperación, porque esta desesperación se agolpa en mis adentros y no puedo escupirla, no puedo tragarla, vive siempre en mi garganta. ¿Puede ser amor? Que enfermedad padezco que muero, vivo la muerte pero sin la misericordia de su descanso. Y cuando cierro los ojos veo los suyos, no puedo dejar de mirarlos de ansiarlos, la obsesión obsesiona mi anhelo, el anhelo de mi obsesión obsesionada. El fruto de mi venganza no hallada pronto llegará a su madurez, y la paladearé.

martes, 12 de agosto de 2008

AÑOS.

Áridas rosas resbalan resplandecientes,
Gritan agónicas por qué se acaba el día,
¿qué escuchan mis ojos?
¿qué ven mis oídos?
Es la señora edad que hoy se ha vestido.
No, no me persiga, que aún tengo cutis de flor
alma de niña y fuerza para mil estíos.
Se desvanecen los días cual agua fresca en verano,
Llega la noche y duermo en el regazo de la luna.
Sueño y canto, cual joven apasionada,
Y es que no soy tan vieja como usted
Quiera que me viera.
¿Por qué poner números a mi alma?
¿Por qué tantas tartas?
Si yo no soy vieja, ni lo seré nunca,
Aunque me quieran pendeja,
Mi hija siempre me verá más joven que ella.
Si aunque llore y tenga pataletas,
No son más que muestras de la juventud
Que no me deja.
Así que márchese vieja pelleja,
Que yo no cumplo años,
Sino primaveras.

Manchas de tinta.

Se mancharon mis dedos de tinta roja, lamí mis extremidades con ansias insatisfechas y recordé que ya nunca más, nunca jamás podría volver a sentir esa soledad recorrer mi espalda. Ese sentimiento de soledad y anhelo que embriaga. Ese soñar enojado.

Atardece...

Y todo es rojo, el sol muere poco a poco derramando sus rayos sobre el horizonte tiñiendo el cielo apasionadamente gritando agonías, viendo como lo traga la noche. Siento mi sangre galopar entre mis carnes y tengo sed. Pienso en mi cárcel, voluntaria esplendorosa e imagino lugares donde ir. Y me limito a aferrar lo único que me queda, mi mente.